Sobre nuestra película

Era la época de los sollozos
La brillante primavera
Cuando los árboles recordando lo que fue
Lloraban
Y cuando la tierra sabiendo y olvidando
Reía
Y tomaba lágrimas
– Miguel Hidalgo

Cuando era niña mi padre encarnaba la magia con cada paso y palabra. Era cinturón negro en Karate y podía caminar de manos. Meditaba sobre un vaso de agua cada mañana, invitándome a predecir el futuro a través de lo que veía en el agua con mi tercer ojo. Todas las tardes nos sentábamos juntos en el piso de la sala e imaginábamos que estábamos sobre una alfombra mágica. Nos contábamos historias sobre el mundo que veíamos pasar a nuestros pies, un mundo poblado de unicornios y amaneceres eternos. Papá sólo faltaba a nuestras tardes juntos si no estaba en Caracas. Cuando yo tenía seis años, comenzó a viajar a la Gran Sabana, una región de Venezuela que se encuentra en el corazón de la Amazonía. El 18 de diciembre de 1983 me llamó desde la Gran Sabana y prometió que regresaría a pasar navidad conmigo. Fue la última vez que oí su voz. Tres días después desapareció sin dejar rastro.

La Época de los sollozos es un documental en primera persona sobre la vida de mi padre y su desaparición y sobre cómo nuestra familia aprendió a sobrellevar tanto esa pérdida como la pérdida de nuestra patria. Después de dos décadas de un régimen populista, Venezuela sufre de escasez severa de comida y medicina, inflación astronómica y elecciones que han sido condenadas por naciones democráticas por todo el mundo. La pregunta central de la película es como sobrevivir pérdidas personales y nacionales—no sólo sobrevivirlas sino ser transformados por ellas de manera que nos convirtamos en seres humanos más creativos, fuertes y compasivos.

Mi padre, al igual que su madre, estaba enamorado de la literatura. Publicó su primer poema en la revista de su colegio a los seis años y nunca dejó de crear mundos con palabras.

Cuándo será terminada la película?

Hemos completado más de la mitad de la fotografía principal. La filmación ha tomado lugar en Venezuela, los Estados Unidos, España y Portugal. Acabamos de enviar un equipo de producción a la Gran Sabana. Lo que filmaron es vital para la historia porque es de calidad profesional a diferencia de lo que filmamos en 2004 con una cámara de videos caseros y porque este equipo creó imágenes subjetivas desde la perspectiva de mi papá. Adicionalmente, tenemos varias escenas que nos faltan por filmar en Michigan, donde vivo, que filmaremos este verano y otoño.

Dependiendo del éxito de nuestros esfuerzos para recaudar fondos, la meta es que nuestra editora, Cristina Carrasco, y yo tengamos un boceto completo para la primavera del 2019. Después de mostrar la película a varios “focus groups” en Venezuela y los Estados Unidos, estaremos listos para hacer corrección de color y sonido en el verano del 2019 y esperamos tener una versión completa de la película en el otoño del 2019.